Editorial.
Hoy Colombia decide su destino político en las elecciones más importantes de su historia contemporánea, entre dos candidatos antagónicos y outsiders, rivales en la arena de la ideología y la acción.
El hermano país debe elegir al mal menor, votando a Rodolfo Hernández, quien no necesariamente es perfecto, ningún candidato lo es, pero que resulta mejor que apostarle a la salida suicida de apoyar a Petro, cuyos aliados tiranizan al continente, desde la central del Foro de Sao Paolo. Ellos manejarán a Petro como títere, así que Colombia perderá soberanía.
En tal sentido, corresponde brindarle respaldo a Rodolfo Hernández, que será un dique contención para las aspiraciones colectivistas y socialistas del grupo de Puebla, por controlar al narco y la mafia de un territorio que se repartirán como botín, de ganar Petro.
Cierta intelectualidad progresista y tibia de Iberoamérica, piensa que Petro merece una oportunidad, que es un profesor bonachón, que lo han satanizado desde los medios. Los intelectuales españoles lo miran de forma condescendiente, prefiriéndolo en sus encuestas, al tiempo que lo pintan como víctima de una conspiración de la derecha.
La realidad es que dichos escritores no votarían por un Petro para su país. Y que la nueva colonización izquierdista, nos quiere atrasados en Latam, teniendo que padecer régimenes bananeros y represores como los de Maduro.
Por tanto, para que Colombia no acabe como un satélite de Cuba, como un apéndice de China e Irán, pues debe apoyar al candidato Rodolfo Hernández.
Democracia y dictadura, es otra vez el dilema. Esperemos que Colombia vote por mantenerse como una república libre e independiente de las garras de los castrochavistas.