martes, marzo 28, 2023
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    “Al cine venezolano con amor” Por Edgar Rocca

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    Por Edgar Rocca.

    No es esta una carta de amor convencional. Tampoco es el tipo de texto condescendiente, y en lo posible, será un texto sin bilis. En una reunión ficticia, donde nos oímos con mucha atención y respeto, lo primero que diría es: “Señoras y señores, productores, exhibidores, distribuidores, críticos, realizadores y público en general, antes de comenzar, recordemos siempre que somos amigos.” Y citando a un buen amigo: “Yo me siento amigo de mucha gente sin conocerla”, y esa frase va casada con el respeto y la admiración.

    Hoy se cumplen 125 años de la proyección de la primera película filmada en Venezuela. De la cual solo se tiene registro oral y una cantidad de vacíos que en lo personal siempre me han parecido que ponen en entredicho el 28 de enero como una fecha importante para conmemorar el cine que aquí hacemos.

    De todos modos, esto es harina de otro costal, en el que profundizaré en otro momento. Por ahora, lo importante es que estamos aquí y tenemos el espacio para celebrarlo.

    El cine es, probablemente, una de las industrias más prósperas del planeta. Es capaz de facturar hasta en pandemia. En un país como este, con las limitantes ya conocidas por todos, podemos ver cómo una película vende más de medio millón de entradas y más de un millón de dólares al cambio en cuestión de 12 días. Allí una demostración de lo que digo. El cine es el negocio legal más próspero del mundo. No creo que muchas empresas legales en Venezuela digan “Ah hice dos millones de dólares este mes de los cuales me queda un millón para mí”.

    Atrás quedaron los tiempos cuando todos teníamos cuentas prestadas de amigos y familiares en el exterior. Ahora hay tercerizados que te prestan el servicio y pagas en bolívares o como quieras. Y eso no significa que “Venezuela se arregló” simplemente es otro punto que avala la prosperidad del negocio cinematográfico, y que lleva a plataformas internacionales a generar su millón de dólares en este mercado estropeado. ¿Y entonces por qué estamos tan mal?

    Lo mal que estamos se refleja en que, de los 2 millones de entradas que se vendieron en 2021 en nuestro país, las 9 películas venezolanas estrenadas vendieron menos de 30 mil dólares (15 mil entradas), menos del 1%.

    Hubo un año (2014) donde aquí se vendieron 30 millones de entradas y las películas venezolanas vendieron 4 millones y medio de esas entradas. El 15% de ese global. En los siguientes 5 años inició una caída abismal para nuestro mercado a la que se le sumó el cierre en 2020 por la pandemia.

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    El autor de la nota, Édgar Rocca, dirigiendo su ópera prima, “El Peor Hombre del hombre”, película venezolana más taquillera del año en su año de estreno.

    Y es que también es importante destacar que Venezuela nunca ha tenido una industria cinematográfica. Ni siquiera en sus mejores años. Fuimos un mercado, un próspero mercado, un país para hacer negocio y nada más. La actualidad es que dejamos de ser un país de negocios para convertirnos en un país de emprendedores. Y si nos asumimos como emprendedores creo que en corto o mediano plazo podríamos lograr cosas importantes. Pero amerita la unión de todos y tener muy claras las prioridades.

    Las prioridades pasan por evaluar todas las áreas. Cuando hablamos de producción, hacer una película con un millón, 400 o 100 mil dólares y que éstas recauden menos de 10 mil dólares, no es negocio, es más, es una vergüenza. Hacernos de la vista gorda con tal de hacer nuestras películas no está bien, ni siquiera cuando el dinero es por subsidio.

    No pensar en la rentabilidad ha sido un error que debemos enmendar a la brevedad. Ya sé que todos somos artistas y “eso de los números no nos gusta”, pero con esa pose o ese concepto asumido no se desarrolla la economía de nuestro gremio y mucho menos vas al supermercado. Pierde sentido hacer cine en estas condiciones. Invertir 100 mil para ganar menos de 5 mil, nos afecta y nos pasa factura, cada vez menos podrás hacer películas.

    La fama desapareció. Las vitrinas que otrora llevaba a la gente al cine ya no existen. Y me refiero a la televisión y con ella las telenovelas. Hoy en día algunos se defienden con las redes y los nuevos “talentos” que se encuentran allí. Es muy probable que un factor que pueda ayudar a la reconciliación del público con el cine que se hace en nuestro país, esté en incluir a ese sector a nuestro medio. Y es que está demostrado que el público es lo principal y se divorció de nosotros. 

    Es necesario dejar de vender humo. En Venezuela en los 80 y 90 la telenovela recorría el planeta, de hecho Kassandra de 1992 tiene los Récords Guinness al ser transmitida en 182 países y doblada en al menos 40 idiomas.

    No existe ninguna película que pueda decir que se ha proyectado comercialmente en cines en un número similar de países. Ni siquiera en 50 países. ¿Eso quiere decir que el cine tiene menos alcance que la televisión? No. Eso indica que la telenovela hizo algo que el medio cinematográfico no.

    La situación resumida es:

    1. El negocio cayó en un 80% por la pandemia. Ya no se venden 12 millones de dólares anuales, ahora se venden casi 3.
    2. Por ende, el cine venezolano vende aún menos entradas que antes de la pandemia.  
    3. Las películas venezolanas no recuperan lo que se invierte en ellas en un 95% en una muestra de 475 películas. 

    La situación nos pide vender más entradas, pero eso no es así de fácil, pues ni regalando, ni poniendo en cadena nacional se recupera lo que se invierte.

    La gente va al cine y compra voluntariamente lo que le da la gana, así como cambia de canal o deja a la mitad una película en Netflix. Bajo ese principio básico, es difícil querer recuperar primero los números en la taquilla sin antes evaluar bien el negocio desde el inicio de su ciclo: La producción y lo que busca nuestro mercado.

    Nadie está en contra de hacer películas con un millón de dólares o con 100 millones. Ese no es el punto. El punto es que si tu película hace 5 mil dólares porque perdiste tu mercado es un sin sentido el negocio. Hacer películas con buenos presupuestos pasa por validar un público y comprobar que hay mercado para el contenido, que seguidamente permitirá recuperar lo que se invierte, sea el estado o los privados.

    Pensar en que lo vamos a vender internacionalmente es una apuesta ingenua porque los resultados están a la mano. De 1976 a 2021 se estrenaron comercialmente 475 películas, entre ficciones y documentales.

    15 de ellas están en las principales plataformas (3,1%) solo 2 de esas 15 fueron ventas internacionales importantes que aportaron a recuperar lo invertido en esos films. Las otras son acuerdos de revenue share (ganancias compartidas) con esas plataformas, que sin inversión de publicidad, no generan resultados significativos.

    Se trata de calcular riesgos. Las inversiones por un tiempo deben ser mínimas para que los riesgos bajen. Cobra sentido los modelos átomos para hacer dinámica la producción nacional. Es además lo que ha ayudado en momentos difíciles a otras cinematografías. Como la argentina o la brasileña, incluso la colombiana, todas en mejores condiciones en la actualidad que nosotros.

    De nada vale crear una ilusión, haciendo una súper producción anual donde todos los involucrados cobren el dinero que piensan “justo” para el trabajo que desempeñan, si esas producciones no son constantes. Una al año no paga cuentas y deja afuera al grueso del medio técnico y artístico. Es absurdo pues la realidad es evidente, hay más gente haciendo o tratando de hacer y las películas están haciendo 5 mil dólares en la taquilla costando mucho más. Por ende, las películas pierden todo y más: (90% si cuestan 50 mil).    

    La propuesta es simple. Entremos en la dinámica de producir con lo mínimo. Y el mínimo no puede nacer de nuestras aspiraciones salariales cuando el mercado no te está respondiendo.

    El costo de producción nace de lo que se hace en la taquilla. Como 5 mil dólares es un absurdo, es necesario también evaluar la dinámica de distribución y exhibición. El cine local es el único con esperanza de crecimiento, el cine extranjero es el que paga las cuentas y tiene buena salud dentro de lo que cabe.

    Por ende, en esta etapa las películas requieren de un trato más amplio en programación. La data esta allí. No hay ninguna película local que con menos haga más.

    Hay un ciclo que respetar. Levantas un presupuesto, para producir, distribuyes esa producción la cual se exhibe, se vende y recauda un dinero que debe servir para pagar lo invertido, vivir y volver a producir. Si eso no pasa, estamos mal.

    Si eso no pasa es la negación de nuestro trabajo y nuestro tiempo. El negocio es todo el ciclo. El negocio no es hacer la película, el negocio es venderla en todo caso, que te la compren para seguir creando. Crear condiciones es nuestra misión actual. Feliz día del cine venezolano.  

    Lea también: https://observadorlatino.com/opinion/presente-y-futuro-del-cine-venezolano-a-proposito-de-su-aniversario-125/

    1 COMENTARIO

    1. Me encanta tu análisis. Efectivamente los negocios son así en el campo que sea. Y nuestro cine siempre ha tenido en contra a nosotros mismos y yo que tengo ya edad y recuerdos fresco somos y tenemos excelente cine. Tenemos malos momentos si. Peor en escala del 1 al 10 nosotros en Cine y calidad estamos en 8. Saludos y feliz aniversario.

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