Por Jackeline da Rocha.
No.. este no es un artículo acerca del beso lésbico en la más reciente película de Disney. Entre mis párpados caídos vi la controversial escena que ha hecho más ruido que el resto de la película y debo decir que no hay nada que decir. Sí debo, sin embargo, acotar que casi no la vi porque estaba muy ocupada quedándome dormida.
No era una sala especialmente tranquila (estaba en grupo y había una sobrepoblación de niños pequeños), ni el ambiente estaba para tomar una siesta (me pareció que Cines Unidos ni siquiera prendió el A/C); estaba genuinamente aburrida de que a cada paso del personaje principal le cayera un nuevo obstáculo gratuitous (inglés para injustificado pero para denotar que me indigna). Debían escapar de una nave, no tiene poder. Generan poder, se tranca la puerta. Abren la puerta, el enemigo ya está afuera. Cómo no, si cada problema que resuelven les causa dos.
Los personajes de reparto quedaron “flojos”, como lo describió uno de los amigos con quienes vi el estreno. Nos explicó una crítica: “Cuando los voice actors son tan famosos parece que recayera en eso solamente el atractivo del personaje”. Taika Waititi (Jojo Rabbit), Keke Palmer (Hustlers) y Chris Evans (Capitán América) se pierden tras unos intérpretes acartonados y con poca profundidad.
Entré al cine con expectativas altas, me han gustado todas las entregas de la franquicia. Quería ver un Buzz Lightyear heróico, no martirizado.
Nací en los 90, con el auge de la primera película me enamoré de los juguetes, sus historias y la camaradería que elaboraron en el cuarto de Andy. Al inicio de Lightyear la intro de la película explica que ése es el mismo film que debió haber visto el niño en su infancia y por el cual le gustaba la figura animada del astronauta. Personalmente, no lo hubiera comprado. Creo que estas historias hubieran sido mejor reveladas en una serie.
