viernes, junio 9, 2023
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Me la tiro de “Somos Tu y Yo”: cuando los tik tokers dan cringe

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Vimos la serie de los tik tokers criollos, “Me la Tiro de”, anunciada como la nueva Pepsi del desierto veneco, como una producción que rompe esquemas y refresca la pantalla con la generación de talentos venezolanos que han “revolucionado el mercado de las redes sociales”.

Es una pena que el horizonte, que el norte, que el objetivo de la generación de relevo sea imitar y remedar un género oxidado, desde la autoindulgencia, como si fuese necesario, como que la legitimidad pasara por ahí. Mejor quedarse en la interfaz vertical. El formato horizontal acentúa la poca originalidad, perdiendo la gracia natural de los protagonistas, empezando por su acento y su manera de hablar. Cualquier video de Marian y Ya, en plan comedia, es mejor.

Ya antes, los influencers que protagonizan el enlatado de Youtube, despiertan escepticismo en el ámbito de la crítica por la reiteración de sus clichés, el reciclaje de unos códigos ultramanidos, la pornificación pragmática de sus imágenes, la chabacanería populista que los define, el curioso opio para el pueblo que desprenden bajo el mantra de “Venezuela se arregló”.

Así y todo, lograron posicionarse en el algoritmo, a ritmo de bailes, rutinas, gags, chistes, coreografías y poses desafiantes que conectaron con las ansiedades centenials por tener ídolos de carne y hueso, para adorar, como ellos.

La identificación con el contexto, y la falta de un relevo en la mediática nacional, ayudó para que la corte de Marian y Ya subiera como la espuma, trastocando al viejuno establishment de los medios tradicionales.

Sin embargo, dicha revolución nunca tuvo lugar, si somos más analíticos que condescendientes.

No en balde, podemos afirmar que ha concluido parte de su carga más espontánea con el estreno de “Me la Tiro de”, un fallido intento por adaptar el molde de “RBD” y “De Sol a Sol” a la moda de los tik tokers endógenos.

Me la tiro de “Somos Tu y Yo”: cuando los tik tokers dan cringe 1

Una impostura woke que momifica a los tik tokers en sus pretensiones de querer subir de nivel en términos de producción.

La serie empieza como la típica telenovela juvenil mexicana, que fuerza todos los pactos de credibilidad y verosimilitud, al ponerle una indumentaria de “Prepa”, con chaqueta de diseño prepi de America Pie, a un casting no solo pasado de la edad, sino carente de las mínimas destrezas interpretativas que permitan creerse el cuento.

Al menos los juguetes y los equipos hacen el trabajo para que se aparente una cierta modernidad y vistosidad de Netflix, de la que por cierto carecen los canales venezolanos en la actualidad.

El fin de semana estuvimos concentrados en sondear la parrilla existente de señales nacionales, y el resultado fue digno de pena ajena, de un hundimiento creativo que ha sumido a la pantalla chica en su peor momento de la historia, con miles de enlatados en loop, un Sábado Sensacional que parece un programa de una provincia en ultratumba, una cadena horrible de corazones llaneros que entonan arengas patrióticas y evangélicas en verso coplero.

Una consecuencia de la censura chavista y del arrase que ha supuesto la marea roja sobre la oferta de entretenimiento del país.

Paradójicamente, en la comparación, “Me la Tiro de” se erige en una respuesta de los independientes de Tik Tok y Youtube, ante el vacío cultural que nos caracteriza.

El problema es que la serie no supone una alternativa de verdad, un punto de inflexión, un gesto de ruptura, al decantarse por los tropos y los estereotipos de costumbre, solo que con su respectivo cambio de fachada y de figurantes.

Tal como las pretensiones desafortunadas de Marko por hacer una película, desatando su empobrecida misoginia, de demagogia microteatral, que tantos réditos le brinda en su algoritmo.  

Como siempre, hay un cruce social en “Me la Tiro de” que se traduce en la confirmación de las fórmulas noveleras de los ochenta y noventa, donde una chica(Marian y Ya) es medio pobre pero honrada, y una chama sifrina la acosa en el instituto, secundada por la visión esquemática de un personaje de la comunidad LGTBI, que no sale del formato nacional de “la loca venenosa”, maquillada al estilo drag.

Me la tiro de “Somos Tu y Yo”: cuando los tik tokers dan cringe 2

En “Me las Tiro de” se amaga con aportar algo distinto, algo que actualice nuestros mapas mentales, pero se cae en el reforzamiento de los vicios televisivos que nos tienen estancados y a la cola del mundo.

El profesor fastidioso, las niñas bien, los chicos torpes de buen corazón, los resentimientos, las miraditas congeladas que matan, los excesos de maquillaje, las peleas del pasillo, las tramas de bullying, las víctimas, los villanos, el dramón, el aula como reflejo de la polarización, el no conflicto estirado, el ensimismamiento y la disolución del referente.

De modo que es una serie que nace con la fecha de caducidad vencida, que ya vimos antes, que no mejora y no supera el canon del pasado.

Como mucho, insisto, desnuda el desfase de los canales nacionales, en su incapacidad de asimilar a las estrellas y los movimientos emergentes de Tik Tok.

Mi inconveniente como crítico es que no veo cumplida la promesa de transformar a una industria que vive una crisis tremenda en lo creativo, producto sobre todo de su falta de roce internacional, de investigación y de ganas de ser más experimental e iconoclasta, que frívolamente conservador.

De ahí que el combo de “Marian y Ya” sea inofensivo y no inquiete al poder, con su estética lavada de comercial y de publicidad hipster de influencers. Cero identidad.

De hecho, hasta puede leerse como una serie que es producto de los hijos de una revolución que se aburguesó en la fotocopia de la banalidad, del populismo que campea a sus anchas como la espada de Bolívar por el continente.

Misma crisis que afecta a la música que es uno de los ámbitos más dominados por el conformismo y la complacencia de un gremio que se ha cartelizado, sin un crítico que ose llamar las cosas por su nombre, porque lo echan de plano del sistema.

Exceptuando el ámbito del arte y el cine, donde la crítica existe y sigue dando batalla, cabe incentivar a las generaciones de relevo a que no se dejen engañar, a que mantengan la guardia en alto, a que cuestionen y lo publiquen.

No es personal, es parte del trabajo de un periodismo crítico que se extraña.

Por aquí les compartimos el link de la serie, para continuar en su desmontaje.

Sergio Monsalve
Sergio Monsalve
Director Editorial Observador Latino. Comunicador social. Presidente del Círculo de Críticos de CCS. Columnista en El Nacional y Perro Blanco. Documentalista, docente, productor y guionista.

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