Por Aglaia Berlutti.
‘Pamela Anderson: Una historia de amor’ de Netflix, muestra a la actriz como una mujer más allá del ícono sexual. En especial, le brinda el control sobre su historia y su pasado. Un inesperado respiro en medio de una vida de polémica.
Pamela Anderson sabe que, por casi tres décadas, fue una fantasía sexual colectiva. También, que su vida fue construida alrededor del mito del deseo irrealizable. Era la chica del bañador naranja del éxito Baywatch, la imagen de Playboy, la esposa de un músico de carácter explosivo. La mujer que varias generaciones de hombres consideraron el epítome de lo erótico. Mucho más, después la difusión del video pornográfico que pareció resumir la obsesión que la rodeaba desde la adolescencia.
De hecho, es lo primero que aclara el documental Pamela Anderson: Una historia de amor de Netflix. El director Ryan White se esfuerza en humanizar a la actriz y lo logra de una manera sencilla: dejando que cuente su historia. Que lo haga en sus términos y a través del asombro de encontrarse, finalmente, lejos de la tormenta mediática que la acompañó por décadas.
La Pamela de la nueva producción de Netflix, es una mujer que se toma el tiempo para reflexionar sobre sus vivencias. No se considera víctima, tampoco un rehén de una popularidad que no cree merecer. “No sé por qué me hice famosa” explica con una ingenuidad que desarma. “Sin embargo, una vez que ocurrió, no pude dar un paso atrás”.
Pero ¿querría Pamela Anderson hacerlo? Es la pregunta que se plantea al subtexto del meticuloso recorrido a través de su vida pública y privada. ¿Habría permanecido en el pueblo de Ladysmith (Canadá) para evitar la celebridad sorpresiva e incontrolable que rodeó su carrera desde los primeros años?,
Asimismo, recorre terreno espinoso ¿Se negaría a participar en una sesión fotográfica para adultos cuando no tenía plena conciencia de lo que eso podría significar? ¿Contraería matrimonio con el músico Tommy Lee, al que apenas conocía? Una y otra vez, el argumento permite a la actriz reflexionar acerca de cada suceso mayor que atravesó en medio de una fama turbulenta. “Lo pasaría todo de nuevo e intentaría no tener tanto miedo” confiesa, en un momento en especial emotivo.
Una mujer que reflejó a toda una década
Lo más sorprendente de Pamela Anderson: Una historia de amor, es su discreta manera de analizar una serie de experiencias escandalosas. La actriz es parte de la historia reciente del entretenimiento y quizás, de un momento de ruptura en una época convulsa. Como una de las primeras celebridades que debió negociar de legalmente su imagen pública, se convirtió, casi por accidente, en el centro de una controversial que la superó.
“¿Por qué me odian tanto?” recuerda que se preguntó, aterrorizada. Tommy Lee, acostumbrado a los excesos y la polémica, “se burlaba un poco” del miedo de su esposa. En realidad, la situación que ambos atravesaban era más que un momento incómodo en su tumultuoso matrimonio. La pareja luchó por contener el impacto del video pornográfico casero que filmó y que fue difundido sin su consentimiento. Por entonces, internet era un espacio legal inconcluso, abierto a todo tipo de vacíos de jurisdicción y discusiones de la intimidad.
A pesar de sus esfuerzos, la cinta se volvió, de inmediato, uno de los más vistos jamás en la historia del cine para adultos. La atención pública se volcó en la pareja, pero en especial, la apuntó a ella. Pamela se enfrentó a críticas, señalamientos de su “descuido” y al rencor de grupos conservadores. “Me insultaban en la calle, recibía cartas de odio, me acusaban de cometer depravaciones” cuenta. Se trataba de un debate inédito acerca de la privacidad que Hollywood nunca confrontó, desde un punto de vista semejante. No se trataba solo de material escandaloso que revelaba la vida privada de dos estrellas. A la vez, eran las posibilidades — todas temibles — que abría en torno a la intimidad de una figura reconocida.
Pamela Anderson: Una historia de amor permite, por primera vez, que la actriz reflexione en voz alta de lo acontecido. Una confesión angustiosa, acerca de un tipo de violencia que se esfuerza en explicar, sin lograrlo del todo. Durante treinta años, fue interpretada, reconstruida y analizada a través de titulares de prensa y una dolorosa caricaturización de su imagen. Algo que ella misma reconoce frente a la cámara de White. “No sabía qué ocurría. Comprenderlo después, no lo hizo menos duro”.
Una mujer que se enfrentó a un ambiente hostil
Uno de los puntos más relevantes del documental, es la forma en que muestra la misoginia sistemática e institucionalizada de Hollywood. Como la actriz, fue utilizada como objeto para un tipo de abuso que rara vez se señala. Con rostro triste, recuerda las incontables ocasiones en que fue invitada a entrevistas de radio y televisión, solo para someterla a burlas. También, la deshumanización que padeció a medida que el video pornográfico se convirtió en un fenómeno.
“Mi cuerpo, no era mío” admite con lágrimas en los ojos. Una confesión angustiosa para una mujer que reconoce que ama el desnudo y considera que el sexo “es saludable”. Sin embargo, lo más asombroso, es el disgusto de Anderson. La ira del relato en primera persona que, finalmente, es parte de su vida. Para una mujer a la que se le arrebató la imagen y la identidad, la cólera es una manera de reafirmación. Algo que el documental le permite con un vigor que sorprende y conmueve.
Con el cabello despeinado, el rostro sin maquillaje y encarnado de rabia, la imagen de la modelo es el símbolo de un tipo de liberación singular. Una que tardó tres décadas en llegar. Pero que, finalmente, le brinda a la actriz un nuevo lugar en el mundo del entretenimiento. Uno que forjó para sí misma luego de un largo trayecto de sufrimiento y silencio.