Por Édgar Rocca.
El pasado lunes 03 de enero de 2022, me disponía a iniciar mi año laboral y comencé el día haciendo un grupo de llamadas a personas con quienes tengo relaciones laborales o pendientes de toda la actividad cinematográfica de la cual vivo y me nutro. Luego de algunos silencios, negativas o postergaciones para las semanas siguientes, me di cuenta que no era necesario la adicción al trabajo. Por lo tanto decidí ver algo en Netflix.



El 16 de septiembre de 2021 se estrenó en la plataforma Schumacher, Película documental sobre el mítico piloto de Formula 1, dirigido por Hanns-Bruno Kammertöns, Michael Wech y Vanessa Nöcker. Lo primero que pensé al ver tres directores fue “qué tan difícil pudo ser”.
Recuerdo al momento de su estreno la plataforma la promocionó, pero tenía mis distancias con el contenido. Y es que, de cierto modo, es una historia que trae consigo un spoiler que ya uno domina por cultura general.
Quien sepa quién es Michael Schumacher, debe saber lo de su accidente esquiando en diciembre de 2013, que lo dejó en coma inducido por seis meses y lo retiró a lo que se supone una vida en estado vegetativo que ya lleva 8 años. Por ese claro final y por lo doloroso que me resulta pensar en su vida actual, no quería ver el documental. Suponiendo que sería una exploración superficial de su carrera y un enfoque morboso sobre su actualidad.
Estaba totalmente equivocado. Y es que el documental sigue la línea de respeto hermético de los últimos 8 años de la vida deSchumacher.
La película transita por un relato lineal, lleno de material inédito de la infancia y juventud del piloto, mezclado con entrevistas a su familia y amigos en una puesta simple de cabezas parlantes pero que describen y nos presentan más de la intimidad y del carácter del personaje.
Hay momentos en los que me cuestiono ¿para qué escribimos lo que escribimos?, ¿por qué esta necesidad de escribir sobre las películas que vemos?; Y particularmente reflexiono ¿por qué casi siempre escribo de películas que me gustan?. Debería probar con alguna que me moleste genuinamente y hacerle un homenaje a Carlos Boyero criticando de forma virulenta algún film.
En este caso me tocó un tanto la empatía. Fue como un reencuentro con un viejo conocido. Desde los 12 hasta los 17 años junto a mi hermano y dos amigos de la infancia veíamos o seguíamos religiosamente la pole position, para luego jugar en el PS1 el juego de EA Sports donde nosotros podíamos ser Schumacher, Coulthard, Hakkinen o Villeneuve y los domingos ver quién ganaba el Grand Prix real.
Sin embargo, recuerdo aquellos años donde la dinámica era ver si le ganaban al todopoderoso Schumacher. Tal hegemonía hacía hasta antipático al personaje y en un punto dejamos de seguir la Formula 1. Este documental tiene la virtud de un montaje sólido, basado en el material de archivo de grandes carreras de un período que yo por mi corta edad no tuve posibilidad de ver y valorar.



Los 5 años previos a mi etapa de seguidor del automovilismo, fueron 5 años de fracasos para el joven Schumacher, ese que empezó como el nuevo gran corredor que enfrentaba y tenía la osadía de retar al gran Ayrton Senna. Incluso en un momento el montaje y la narración nos lleva a pensar en que quizás la competencia y la rivalidad con Schumacher, posiblemente sea el último pensamiento en vida de Senna.
La tensión que se vive en esos tramos de la película o los previos cuando Senna va, empuja el micrófono de un periodista y enfrenta a Schumacher y hasta parece regañarlo en un duelo verbal lleno de competitividad y rivalidad de atletas de alto nivel difícilmente dejará indiferente a algún espectador, sea éste especializado o no.
Todo ese contexto nos ofrece una parte pérdida en mi infancia y quizás de la de algunos contemporáneos.
Emociones a las que llegamos tarde por una cuestión de edad y época vital, pero que se ve rescatada 17 años después gracias al streaming, que tiene la nobleza de permitirnos ver una historia sin importar si ya no es el hype del momento.
El documental está hilado en la búsqueda de la emoción, de la competitividad, en activar emociones universales y en viajar desde un bólido, sentir la tensión hasta explotar junto a Michael Schumacher en una rueda de prensa donde llora desconsoladamente.
Para luego dejarme con la reflexión sobre la infancia. La mía en particular y la de su hijo Mick, quien perdió a su padre como lo conocía a la misma edad que yo tenía cuando lo conocí en plena forma.
Hoy en día Mick es un incipiente corredor de Formula 1 y no tiene la posibilidad de conversar con su padre de profesional a profesional. Al terminar la pieza, sentí una mezcla de tristeza con agradecimiento y la plenitud de un relato al que le faltaban escenas.
En ese momento se me cruza por la cabeza googlear que edad tiene actualmente Michael Schumacher y justo estaba cumpliendo 53 el 03 de enero. Allí, finalmente, me conmoví definitivamente.
Conmovedor. Admiré a “Schumi”, su foto era la salva pantalla de mi pc. Me gustó su artículo. Gracias por escribir sobre este icono del automovilismo.