Todos mis respetos para Gabriela Álvarez, la valiente arquitecta recién graduada que expuso a las autoridades de la Universidad Simón Bolívar que usurpan el poder de la institución. Los rectores confiscaron el acto de graduación, en un hecho repudiable y propio de su inmoralidad.
Hay esperanza en jóvenes como Gabriela Álvarez, que se atreven a denunciar lo que ocurre de injusto delante de los secuestradores de la USB. Unos rectores que impusieron a la fuerza y que nadie quiere. Hoy reciben el rechazo de la comunidad. Respeto a la meritocracia.
Como profesor universitario, que he dado clases en la USB, siento pena por lo ocurrido hoy con una joven que ha alzado su voz de descontento y que le dieron el título por secretaría. Los rectores que se pararon y salieron del acto, no nos representan a los venezolanos. Ella sí.
Discursos como el de Gabriela Álvarez en la Universidad Simón Bolívar, confirman que la calma nacional es una mentira y que existe todavía una fuerza disidente que no permite que le pisoteen sus derechos. Los estudiantes de Venezuela siempre han dado el ejemplo.
Pienso que el discurso de Gabriela Álvarez en la Universidad Simón Bolívar, será motivo de análisis y referencia en el futuro, porque refleja el descontento social, refrendando nuestra historia de estudiantes aguerridos, como los de la generación del 28.
