sábado, junio 10, 2023
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Sobreviviente del naufragio: “Me iría nuevamente porque el país está duro”

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Alba Sánchez es una de las sobrevivientes del naufragio de la embarcación que salió la noche del jueves 22 de abril desde Delta Amacuro hasta Trinidad y Tobago. Ella estuvo casi 10 horas en el mar hasta que fue rescatada. Pese a la terrible experiencia, asegura que se volvería a montar en un bote para escapar de la crisis en Venezuela.

“Me iría nuevamente, pero tomando las medidas de precaución. Me iría porque el país está duro”, expresó en una entrevista ofrecida al periodista Carlos Suniaga de El Pitazo.

Sánchez vive en el sector Villa Bolivariana, parroquia José Vidal Marcano de Tucupita y sus planes, antes del accidente, eran claros: Llegar a Trinidad y Tobago, reencontrase con su esposo, trabajar un par de meses en un almacén y luego emigrar con toda su familia a Brasil.

Cuenta que en el bote habían 31 pasajeros. Dos días después de emprender el viaje, seis mujeres y un bebé fueron trasladados a un bote, y las 25 personas restantes, incluyendo a Alba, se quedaron en otra embarcación.

Allí también iban dos niños de 4 y 2 años; y dos adolescentes de 14 y 17 años, según detalla la sobreviviente.

A las 9:00 pm del sábado, Alba recuerda que olas de hasta tres metros golpeaba el bote, por lo que sus compañeros de viaje trataron de mantener a flote el peñero, pero no lo lograron.

La mujer dice que antes de que se hundiera la embarcación se lanzó al mar. Cuenta que una mujer la tomó de la camisa, pero ella se soltó.

“Estaba tragando agua y comencé a nadar. Escuché a una muchacha gritar por sus hijos. Vi que montaron a alguien en unos tambores, pero no sé a quién. Nadé tanto que los perdí a todos, me quedé sola y me entró un desespero”, cuenta a El Pitazo.

Asegura no sabe qué pasó con el otro bote donde iban las mujeres y el bebé, porque inmediatamente lo perdió de vista. Las próximas 9 horas las pasó orando y pidíendole a Dios por su vida.

“Por momentos sentí que iba a morir. Sentí miedo y algo que me parecía el espíritu de la muerte, pero lo reprendía y le decía que se fuera, que mi vida no le pertenece, que mi vida es de Cristo ”, detalla la sobreviviente.

A las 6:00 am todavía tenía fuerzas para gritar y pidió auxilio a unos hombres que estaban en un remolque pesquero privado. Nadó y se acercó lo más que pudo y los pescadores le lanzaron un salvavidas, la sujetaron y la subieron a la embarcación.

“Le pedí a Dios una oportunidad, le dije que quería estar con mis hijos nuevamente y que no quería morir ahogada”.

Con información de El Pitazo

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