Tremenda noticia, muchachos del PSUV y la MUD: Venezuela se vistió de roja, otra vez, sumándose 20 gobernaciones para el Polo Patriótico y tres restantes(Zulia, Cojedes y Nueva Esparta) para la oposición que fue dividida para ser vencida.
Los pronósticos se cumplieron al pelo, dando al traste con la propuesta de la Unidad que nunca caló en el electorado.
En vista de ello, publicamos un resumen del fiasco electoral del domingo, después de recorrer la ciudad en medio de un estruendoso silencio, como de primero de enero.
- Ganó la abstención.
Daba un poco de risa y cringe como los esquizofrénicos del teclado, recién enamorados del voto y ganados al análisis político por hype, compartían sus selfies en colas y centros electorales llenos, invitando a votar con mensajes “empáticos”. Así empezaba la mañana de un cierto país del disimulo y la estafa que anidan en Twitterzuela, cuyos voceros hablaron para adelante y para atrás, durante una de sus jornadas más esquizofrénicas y bipolares, demostrando que su poder de influencia es una mentira más que cayó también por las evidencias de la participación. En el pasado funcionó la técnica de subirse al carro de las autofotos y la promoción por redes, montando videos del entusiasmo. Hoy el chiste repetido, sale podrido y genera un poco de vergüenza ajena, como ritual forzado. Conforme hicimos la chamba de recorrer las escuelitas, en modo Carrusel del desierto, nos dimos cuenta que tendríamos un nuevo récord de abstención, a consecuencia del predecible resultado a favor del lavado de imagen de la dictadura, de la desafortunada campaña, y de los conflictos internos que la oposición jamás supo cómo superar con elegancia, prefiriendo huir hacia delante y volverse a lanzar por un barranco de señalamientos mutuos.



2) Triunfó la conspiración del partido único.
Como en China, el PSUV mueve los hilos del poder, en CNE, a su antojo. La hegemonía de nuestro partido único basa su perpetuación en rituales como el de ayer, donde siempre los reformistas y rebeldes son fáciles de conducir a un matadero en las urnas, al reproducir y magnificar su atomización, su erosión. Ingenuamente, los líderes de la mesa de negociación y de la Unidad, llamaron a participar, sin las ideas claras mientras todavía peleaban por candidaturas y zonas de influencia. De haberse mantenido sólidos en una postura, pagarían menos cara su derrota. Al menos unos seis estados se hubiesen recuperado para la oposición. Sin embargo, venció el plan de Maduro, generando lío y cizaña desde antes, con la introducción de sus disidencias controladas a través de los tentáculos de Fuerza Vecinal, los alacranes y los restos fósiles de Acción Democrática, verdadera y única fuerza invisible de oposición que la domina desde las sombras. Morel en Nueva Esparta, Rosales en Zulia y José Galindez en Cojedes obtuvieron la victoria, siendo candidatos chapados a la antigua del diseño adeco, PostMUD. Es decir, representantes del folklore populista del que se alimenta el estado, para conservar a la masa alienada y empobrecida con imágenes decadentes de un pasado embalsamado, zombie, de muertos en vida. Imposibles despertar la identificación del votante, del electorado joven, el auténtico excluido de la autocoronación de los tiranos predecibles de cada región. En cuanto a la escena de las 20 momias en funciones de protectores y aliados de Miraflores, apenas confirmar que se trata de un grupo carente de atractivo y genio, conformado por la materia con la que Nicolás construye a su ciudadano ideal, genuflexo, obediente, oportunista, torpe de palabra, leal al credo comunal, servicial a la rosca del reparto del dinero y de los negocios que se esconden detrás del show de los sufragios.
3) Un primer boletín amañado.
A falta del carómetro, de las baranditas y de las tendencias irreversibles de Tibisay Lucena, Venezuela tuvo que conformarse con la cara de traste y profesor gris del nuevo presidente del CNE. Un señor con el carisma de un robot orgánico, fabricado por el Ministerio de desinformación. Un big brother con mostacho y pinta de copycat devaluado de Maduro. Leyó un papel, pues en CNE no pueden proyectar láminas y tampoco les da la cabeza para armar una narrativa envolvente y moderna. Todo tiene que ser como la rudimentaria cadena de un impostor de Chávez, en un consejo comunal, anunciando cualquier lista de números, puede ser de precios, de temperaturas, de horas de electricidad, de días en los que llega la Caja Clap. Desde ahí, desde su lugar enunciativo, el CNE nos roba el alma y el sueño político. La idea es venderte la experiencia de un intermediación arcaica, filtrada por un funcionario de escasas luces y dotes de orador. La parquedad y supuesta neutralidad del boletín, también es un bulo y fake news, porque revela el entubamiento de la sala situacional, acorde a los intereses de la mafia, en el sentido de arrancar por la victoria de Carmen Meléndez en la alcaldía de Caracas, obviando a los restantes ganadores de los municipios. A propósito dos cuestiones. Naturalmente, escondieron los resultados de las alcaldías, pues no salieron tan aplastantes y hegemónicos, a pesar de su ventajismo, de la irregularidad y de la violencia reportado en el proceso. Si controlan a Fuerza Vecinal a la distancia, todavía los ven como enemigos internos, como potenciales traidores de clase, y no quieren reconocerle un centímetro de discurso, como si fuese un anuncio de Diosdado con el Mazo Dando en VTV. En efecto, la estética era toda del canal ocho. En última instancia, culminan el espectáculo de la especulación, alrededor del caso venezolano, escenificando un deja vu televisivo, la retransmisión casi exacta del boletín de las regionales pasadas. El chavismo remarca que el techo de cristal de la oposición es del 4 o 3 gobernaciones, y de ahí no se saldrá a menos que la dirigencia de la UNIDAD recupere su dignidad y active una nueva hoja ruta de cambio, de transición. A estas alturas, una de las personas más consistentes de la oposición, en forma y fondo, es María Corina Machado, con quien he tenido diferencias en el pasado, pero que hoy destaca por su coherencia y proyección. Es una de las pocas que sobrevivió al cataclismo de anoche, por renunciar a convalidar el fraude cantado.



4) Es la hora de un cambio moderno y conservador.
Proclamar ganadores a deshoras con cara de trasnocho, supone una afrenta a la moral y al bienestar social de los venezolanas, hartos de hacer colas y sufrir estrés por comprometerse en experiencia vicarias y virtuales, que siempre acaban en un foso de melancolía y decepción. El contraste con Chile es abrumador y elocuente. En condiciones normales, en un país decente, es lógico que se vote por el candidato que encarna horizontes de futuro y transformación, que visibilice un volantazo real. La gente de la región, en el fondo, no es muy distinta de nosotros. De poder elegir de verdad, en condiciones de igualdad, los venezolanos votarían por el centro y la derecha, para castigar la ineficiencia del relato socialista. Votarían por los equivalente de Miley, Kast y Macri, como una forma de aspirar a un destino diferente. Las elecciones constituyen un juego simple, de acción y reacción. Usted gana en una, no hace el trabajo, y el individuo vota en su contra y lo recambia por una figura nueva del tablero, esperando que su situación mejore. No es un asunto de izquierdas y derechas, es de sentido común. Por ende, es lógico que los venezolanos, después de 20 años de mala conducción comunista, deseen que los releve y gobierne una opción diametralmente distinta, que sería conservadora y creyente en los mercados, sin medias tintas. El problema real es que el régimen y la oposición mudeca, no quieren romper su círculo vicioso y encarrilarse por una vía de competencia, trabajo, derecho a la propiedad y generación de empleo. Prefieren la papita pelada de dar sus golpes electorales de costumbre, para repartirse la torta de la renta nacional, un tesoro roto, aunque apetecible de administrar. El día en que logremos quebrar este ciclo maligno, los chicos saldrán de sus casas y se llenarán los centros electorales, con una emoción que se sentirá hasta en Tik Tok. Pero los chamos están divorciados de la política y se refugian en sus bailes y sonrisas, ante nuestras reactividades y resentimientos.
5) Nos urge superar la antipolítica.
Sin querer queriendo, Chavismo y oposición nos trajeron hasta aquí, sembrando la semilla inútil de la antipolítica, traducida en castigo de abstención. Un abono estéril que solo capitaliza el régimen, así como lo instrumentó Hitler en Alemania, bajo el respaldo tácito de una nación domesticada que no quiso despertar, hasta cuando fue demasiado tarde. Hoy lo es para Venezuela, y continuamos en fase de pesadilla, de atasco, de un mes de fiesta navideña, que tampoco sumará para la cuenta de la democracia, sino de la dictadura.
Me temo que debemos ir rumbo a un quiebre del escudo de Medusa, con el que vemos los toros de la barrera, para no salpicarnos. A través del escudo de Medusa, al alcance de un click y de refilón, no hemos conseguido cortar el cuello de raíz del monstruo con las serpientes venenosas en la cabeza.
El escudo es el CNE, y el show electoral de ayer, todo un mito de la propaganda. Urge dejar de mentir y hablar con honestidad, tumbar el cuarto de los espejos. Señalar un camino preciso y expedito que resuelva nuestra crisis.
Hay que comunicar con sofisticación de cara a los gustos de una generación millenial que se hartó de las cosas mal hechas y feas. A los chicos los espantan con las cadenas fastidiosas del CNE y con las operaciones tortuga de las elecciones. Los chicos quieren interacción real, ampliar su vida digital, agregar valor y generar contenidos, que ellos puedan intercambiar, a fin de empoderarse. De no atender a su llamado, seguirán evolucionando por su cuenta, a espalda del país electoral. No sumarán estados, pero convocarán a más audiencia que la de Lacava en campaña, con sus millones de seguidores. Tenemos que actualizar el algoritmo de la política, permitiéndole que descubra al milenio.
El de ayer, por el contrario, fue un ritual del pasado, del siglo pasado. Algo trillado y nada sexy como la programación de los canales del gobierno. Así se trabaja por la antipolítica, induciendo e incoando la falta de rating y de apego.
Messi entendió que su tiempo es finito y por eso se buscó a Ibai como interlocutor con las nuevas generaciones. Si la oposición quiere crecer, debe buscarse a su Ibai, como mínimo.
Alguien que sea espontáneo y auténtico que le hable a nuestros jóvenes, que consumen podcasts perfectamente editados y producidos.
Por ahí pasa uno de tantos futuros posibles. Por una elevación, por un refrescamiento de los códigos de comunicación.
Pienso así que Patiño tiene más futuro que los que lo sacaron de la partida, por su juego de tronos.
Comprendan, búfalos mojados de la política, que su tiempo pasó.
Y que es hora de nuevos liderazgos.
Porque ayer los viejos rostros y las caras tradicionales, sufrieron el revocatorio del siglo.
Bienvenidos a la política del milenio.
Sergio Monsalve. Director Editorial de Observador Latino.