En Venezuela se practica la política del olvido, consistente en fingir demencia y borrar de un plumazo lo avanzado en defensa de derechos humanos, contra las pretensiones de perpetuidad de un régimen, instalado en el país desde 1999.
Bienvenidos al desierto de lo real de la Matrix veneca.
¿Tanto sacrificio, tanto 2014 y 2017, para qué?
No es nuevo el anuncio de la plataforma unitaria de ir a elecciones en el 2024, de sentarse en burocráticas e inútiles mesas de diálogo, de conciliar con la dictadura, para buscar relajar las sanciones y reactivar las relaciones comerciales entre la Casa Blanca y Miraflores.
Se trata de un patrón de conducta de resignación ante el escaso impacto de las oposiciones y el desgobierno en el país, así como fuera del territorio nacional.
Un clásico teatro de las apariencias, donde cínicos del voto como Jorge Rodríguez y negociantes con síndrome de Estocolmo, como Gerardo Blyde, se dan una mano forzada y acartonada, para las cámaras de la propaganda oficial, controlada por los cubanos.



Una imagen fuera de contexto, sin anclaje en la realidad cruda de la nación desmembrada, en la que se exhiben los cuerpos encorvados de dos hombres bien alimentados con sus sacos modernos de colores. De fondo la columna y el jardín de una típica casa con aires de mantuanaje provinciano, que hacen las delicias de los nuevos ricos del poder y la boliburguesía criolla.
Para Jorge atrás quedaron las franelas y las camisas de pescador abiertas de su pasantía como jefe de campaña del PSUV. Hoy lo que manda es portar un traje sport, sostener reuniones secretas y decidir los destinos del colectivo, a espaldas de la gente. Un clásico de la Habana, Moscú y Teherán: cancelar las formas democráticas e instaurar los modos anticuados de las aristocracias, de las oligarquías plebeyas que sueñan con la eternidad.
Para Blyde es un asunto solo de una transacción, nada personal, que supuestamente traerá beneficios para todos. Pero la verdad de las encuestas es contundente. Se calcula que cerca del ochenta por ciento de los venezolanos, desprecia a la clase política que olvida y sufre de amnesia, indiferentemente de su tolda, su cogollo, su rosca y su narrativa anticuada, que ya no copian de cursillos piratas en el IESA, sino de hilos de Twitter y charlas TED que plagian de Youtube.
Por eso, sus imágenes son intercambiables y nulas. Visten igual, hablan el mismo gamelote pseudogerencial, prometen más reuniones y elecciones, cuyos resultados anticipamos y conocemos.
El último lavado cerebral, que se vende como tabla de salvación, incluye el mantra de “la Venezuela que se arregló”, administra una quilla de conciertos opacos que aliena a la población con pan y circo, funcionando como el gran pote de humo que ha terminado por blindarlos ante la ausencia de una auténtica resistencia dentro del país.
La tiranía ha perfeccionado los mecanismos de instalación de la amnesia, censurado y desapareciendo, intimidando con las tumbas y las prácticas sistemáticas de una república que tortura, haciendo caso omiso a las advertencias de Bachelet y de Karim Khan.
Se esperaba que la llegada de la Corte Penal Internacional, sirviera para recuperar y reivindicar la memoria de las víctimas, pero en lugar de ello tenemos una explosión de nuevos restaurantes caros, pretenciosos y malos, tenemos cuentas en dólares para gastar en chucherías instagrameables, tenemos aerolíneas de vuelta a Maiquetía, más red de bodegones, una gasolina impagable, menos luz y agua, una programación insólita de eventos y toques que solo podría cubrir alguien o demasiado ocioso o demasiado corrupto en la vida.
De modo que el alivio de sanciones, es un triunfo de una política del olvido, que garantiza una tensa calma, y no un alivio para el bolsillo roto del venezolano, sino para quienes están señalados por la justicia internacional.
Una victoria con sabor a derrota, del equipo de los Celestinos de Biden y de la Mesa de la Unidad, que improvisan a la marcha, que continúan dando palos de ciego, mientras la economía grita en Estados Unidos como nunca antes, como una república bananera, cumpliendo el pronóstico de una pesadilla americana, con paro, inflación galopante, filas de menesterosos como en la depresión de los 30, y una ola de crímenes que escapan de las previsiones idealistas de los burócratas, para el desarrollo del milenio.
En paralelo, el alivio de sanciones se enmarca en la guerra brutal que Putin le declaró a Europa y al resto del mundo libre, en el entendimiento de la debilidad de Biden, de su incapacidad como Comandante en Jefe, de la rapiña que se ha desatado como un “shoplifter” en el Walgreens del planeta.
Putin entra a saquear en Ucrania, como un ratero con su banda que graba con celular, con la absoluta impunidad de un bullly que goza del reinado del lejano de oeste, del regreso a tierra de vaqueros y despojos, a expensas de almas inocentes.
Rusia ha comprado con China, ha moldeado el proyecto de un nuevo siglo poscomunista, desde México hasta Argentina, y vaya cómo lo está logrando, incluyendo Chile y ahora Colombia que está al caer. Aunque usted no lo creyese hace diez años.
Consecuencia, ante todo, de practicar la política del olvido hacia adentro, de permitir que se propague la amnesia del doble pensamiento del progresismo, con sus códigos de manipulación del lenguaje y la corrección política.
Recursos que erosionan desde adentro a nuestros países, que consiguieron que nos dividamos en tribus ideológicas que ya no se piensan como hermandades sólidas y continentales, como entidades soberanas.



Por tal motivo, nos han conquistado mediante una estrategia de destrucción de mapas mentales, poniéndonos a discutir por falsos dilemas, provocando nuestra confusión ideológica, estableciendo un cisma en los procesos de comprensión y comunicación. De ahí que en vez de hablar de resolución de problemas nacionales, como la distribución de la riqueza, actualmente los congresos pierdan horas debatiendo si las mujeres son “ellas” o si debemos decirles “personas menstruantes”.
Afirmó Eco que el lenguaje políticamente correcto, no soluciona problema alguno. Sea que tengamos mujeres o personas menstruantes en América Latina, ahí permanece la amenaza real de una hegemonía roja y progresista, que explotarán no las mujeres o las personas menstruantes, sino las garras de China y Rusia.
Por ende, este paquete chileno que se avecina como sombra para el continente, hay que resistirlo y pararlo.
De lo contrario, nuestro futuro será el de un mentiroso mundo feliz, donde el Soma se disfraza de conciertos y salidas en restaurantes, para beneficio de los que administran el negocio del país Casino, chapado a la antigua de Cuba.
Al final lo que se relajan son las defensas para que exista memoria, para que no nos dejemos embaucar por soluciones mágicas. Lo demás es populismo, alternativa trillada, pacto con la mafia, pan para hoy, hambre para mañana. Un círculo vicioso, a paso de cangrejo.
Ya algunos descorchan la champaña y planifican la memoria del saqueo.
Preferible que no se aligeren el monitoreo y la crítica, la demanda y la exigencia por el restablecimiento de nuestros plenos derechos conculcados en dictadura.