La de anoche fue una velada de sentimientos encontrados para los venezolanos, quienes seguimos los certámenes de belleza como nuestro particular Mundial de fútbol, esperando que la representante criolla, Amanda Dudamel, trajese la octava corona para el país, después de una sequía importante que ahora se ha prolongado, a consecuencia de un fallo del jurado que nos dejó inconformes e insatisfechos, porque Venezuela lo merecía por su performance, antes y durante la ceremonia.
No es algo que solo reportamos en Observador Latino, es un parecer que se volvió tendencia viral, entre los que aseguraban que, como mínimo, lo justo sería que la venezolana perdiera con la imponente y hermosa candidata de Dominicana, que reunía todos los números, aparte de ofrecer la mejor respuesta, por calidad humana y contenido social.
No soy experto, veo el Miss Universo como un espectáculo más, que a veces me da cringe o me genera dudas, pero que en otras (como anoche) conectó conmigo y millones de compatriotas regados por el mundo, debido a la genuina empatía que transmite Amanda Dudamel, amén de su carisma, de su sonrisa contagiosa, de su contoneo de Alicia Machado, de su tumbao al caminar, de su confianza y preparación.
Era ella! Es la que se robó el show en la ronda final!
Pero lamentablemente otros factores entraron en juego, dando el resultado que conocemos y discutimos, con una organización de Miss Universo que ha interferido para que la candidata local se quedase con la corona, impidiendo así que la venezolana sumara una octava que compite con el récord de Estados Unidos.
Muchos piensan que fuimos robados. Un asunto que dará tela que cortar. Capaz hay que pisar tierra y concluir que Amanda no la tenía fácil, como venezolana, ante la norteamericana en su patio y con el arbitro a favor.
Cuando la venezolana pasó de primera al top five, los venezolanos contuvimos el aliento y pensamos que tendríamos una buena noticia que compartir hoy, un éxito que al país le sienta bien, como marca y estado de ánimo, a pesar de que se trate de un asunto aparentemente banal o superficial para el destino de la república.
No lo es al final del día, porque el Miss Venezuela es una industria que genera empleos, que importa candidatas de alta competencia, y que permite la afirmación de un orgullo nacional que nos estampa un sello positivo en el pasaporte.
He estado en diversos países de la región, y muchas veces los taxistas conversadores sacan el tema a colación y nos felicitan por tener un país de reinas.
Es una pena que no haya sido favorable la tendencia para la venezolana en el Miss Universo, en un contexto como el del 2023, donde un estímulo así nos hace falta.
En cualquier caso, la venezolana hizo el trabajo, nos emocionó con su última respuesta, y hasta supo manejar el revés y el incordio de no ser ella la ganadora, manteniendo la sobriedad y la sonrisa.
Estimo que será la reina sentimental del país, por el próximo año, y que podrá seguir diseñando sueños en una carrera que parece ascendente.
Ha nacido una nueva estrella!