martes, marzo 28, 2023
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    Bienvenidos a Chinazuela: del comunismo fallido al hiperconsumismo de la nada en dólares

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    Enfrentada a su cataclismo, la revolución bolivariana decidió entregarse a una única ideología que es la del hiperconsumo en dólares, acercándose a la China de  Deng Xiaoping, quien inicia un período de fuertes reformas a finales de los setenta, tras la muerte de Mao.

    Los coincidencias con el caso Venezuela son abrumadoras y justifican cualquier comparación con el devenir político del gigante asiático. Solo que nuestro país, de momento, es un tigre de papel.

    Salvando las distancias, Maduro ha sido el Deng Xiaoping del proceso rojo rojito, al implementar a la fuerza un modelo de libre mercado, controlado por las aduanas, las alcabalas y las trochas del régimen.

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    Nicolás ha copiado, al menos, cinco características de su antepasado Chino:

    1) Instalar una purga de los viejos comandos del partido único. Allá fueron los juicios contra la esposa de Mao y sus secuaces corruptos en la revolución cultural, aquí es la razzia chavista generada en Barinas.

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    2) Establecer una convertibilidad de facto, apuntalándose en los ingresos provenientes de las remesas y de los dineros repatriados por los bolichicos sancionados. Por ensayo y error, el madurismo consigue una fórmula financiera, que le permite brindar una ilusión de cierta estabilidad, para que la patria se llene de bodegones y la gente tenga el deshago de concentrarse en el comercio. Ojo, todavía le falta mucho para ser una réplica de la China que paga deudas en occidente y sobreproduce en sus maquilas, para destruir a la competencia. En efecto, el capitalismo supervisado y estatizado que proponen los inquilinos de Miraflores, se parece más a una fachada turística de Corea Norte, como de la película “La Entrevista”. Así lograron pasar de la hiperflación a la inflación vigente. Todo con un objetivo político y de control social.

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    3) ¿Pero cuál es la ideología de Maduro y de su hombre nuevo? ¿La tienen de verdad? A la distancia, se perciben los ecos del paradigma de Deng Xiaoping, cuyas secuelas fueron la desactivación de los valores comunistas que aglutinaban al colectivismo, para dejar a la población a merced de la nada y de sí misma, en un juego de supervivencia por los “verdes” y las “divisas”, careciendo de un mínimo soporte real en el aparato productivo de manos privadas. Surge, entonces, la extensión de otra réplica desdibujada en Caracas, que es la de intentar ser una versión “wannabe” y nacional de los puertos libres de Margarita, pero sobre todo de Panamá. Es allí donde reside el espejismo de la Venezuela que cree que se arregló porque abren quinces cafés, para que una minoría gaste y pose de influencer, montando contenido banal en Instagram y Tik Tok.

    El ciudadano del no futuro que diseñó el madurismo, es aquel que dócilmente hace la cola del Starbusck pirata, es el que brinca de chiringuito en chiringuito, pensando que así se hace mundo y que llena su real vacío de contenido, de propuesta, de ilusión.

    Esta mascarada propagandística de un no ciudadano, concentrado en trabajar y arruinarse en el camino comprando en un parque temático de fantasía, pues no es una vida de verdad, sino parte de un laboratorio conductista que solo beneficia a la dictadura. De tal modo, seguirán incubando el germen del apoliticismo en las nuevas generaciones, hartas de las mismas caras y narrativas, en el desgobierno y la oposición. Pero cuidado que la procesión va por dentro y el régimen Chino de Maduro tiene miedo, por la existencia y resistencia de la disidencia interna. Al respecto, los paralelismos se crecen delante y detrás de las pantallas.


    4) No es casualidad que Deng Xiaoping no haya podido contener el estallido social de la plaza de Tiananmen, lo cual conlleva a su declive, como chivo expiatorio de la brutal represión. Fue la última traición popular que ejecutó el dinosaurio de Pekín, antes de dejar el poder y dominarlo desde las sombras. Maduro no tuvo una plaza sino dos de Tiananmen, entre 2014 y 2017, que debilitaron su imagen y amenazaron con derrocarlo, amén de la llegada del proyecto del interinato del 2019. Desde entonces, por extrañas circunstancias todavía en desarrollo, Maduro sofocó las protestas de calle, contando con la venia de factores de la colaboración e instrumentando el agotamiento de una generación que prefirió renunciar a la lucha, para resolver su futuro en el exilio, afectada por el Covid 19 y el desempleo apabullante. Este escenario también lo instaló el régimen y le sigue sacando provecho. En la actualidad, persiste una disidencia de cuadros diezmados y vigilados, que el régimen manipula mediante torturas blancas y opacas, mediante violación de derechos humanos, al más puro estilo de la China cibernética del Gran Hermano dos punto cero. La China del milenio, como Venezuela, consiente solo derrotas estratégicas en la provincia, adjudica ciertas parcelas a la “oposición”, acentúa el clima de desconfianza y paranoia entre los mismos grupos de la disidencia. Conviene la desarticulación y la fragmentación digital, favoreciendo al estado de partido único. Pero al final, Venezuela no es China, y las costuras se desparraman a diestra y siniestra.


    5) ¿Qué alternativas tenemos? Lo primero que debemos reconocer es que no podemos seguir soñando con una lista de soluciones mágicas de expertos de pacotilla, de podcasters que alimentan un círculo vicioso, apenas con el propósito de monetizar el caos.

    Para protegerse de tanto dogmatismo tóxico, debemos efectuar una mejor curaduría informativa. Usted no puede ser víctima de quien explota su angustia y su desesperación, creyendo en estrategias que se publican como tendencias de Twitter. De nuevo, hay que implementar un enfoque multifactorial, que vislumbre diferentes alternativas a la vez. Pero olvídese de la receta única.
    Fínjese que de nada sirvió que un grupo denostara la elección en Barinas, para que ello arrojara un saldo que todavía estamos contando y elaborando, desnudando a tirios y troyanos.


    Ciertamente, el revocatorio no es una esperanza o un escenario fiable, debido a las trabas y las estafas que le conocemos al CNE.
    Sin embargo, proponer un camino de referéndum, luce como una de muchas estrategias que pueden nuclear a la oposición, para fracturar al régimen como en Barinas, incrementando sus contradicciones.
    El panorama se antoja adverso, en último caso, dadas las condiciones de apoyo Ruso e Iraní al estado fallido y cubano de los Maduro.


    No enfrentamos a un adversario menor, sino a un satélite de China en América, que tal parece teñirá el mapa de rojo en lo inmediato.
    Con el frágil Biden en Estados Unidos, el pronóstico resulta aún más cuesta arriba.
    Entonces, no vendamos humo, tomemos conciencia y ejerzamos una ciudadanía activa que presione a la clase dirigente, para que defina una hoja de ruta coherente y en sintonía con las expectativas de los que se fueron y los que se quedaron.
    De lo contrario, la alianza de Venezuela y China se entronizará por siempre.

    Por Sergio Monsalve. Director Editorial de Observador Latino.

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    Sergio Monsalve
    Director Editorial Observador Latino. Comunicador social. Presidente del Círculo de Críticos de CCS. Columnista en El Nacional y Perro Blanco. Documentalista, docente, productor y guionista.

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