La revolución que fue televisada, hoy despierta narcotizada por sus vectores de una realidad trucha, que se difunde como noticia positiva con el uso de avatares e inteligencia artificial, sembrando la desinformación, para ocultar los problemas que aquejan al ciudadano, desde el estallido de la burbuja de la Venezuela Premium.
Recientemente, la periodista Florantonia Singer publicó un reportaje en El País, junto con un estudio de Cazadores de Fake News, que se hizo viral, demostrando cómo el régimen ha escalado en su estrategia de propaganda, al usar tecnología digital en la producción de fake news, con imágenes de anclas que sincronizan sus labios al compás de un guion, en un esquema de comunicación tóxica que parece sacado de un folletín distópico de ciencia ficción.
El asunto requiere de una investigación de expertos en teoría de la comunicación, como el extrañado Pasquali, o de los buenos maestros que nos educaron en las Universidades autónomas y privadas del país.
Por lo pronto, cumplo con compartir la denuncia, y elaborar las siguientes cinco reflexiones críticas.
1) Cuándo comenzó el simulacro?
Por supuesto, hay que contextualizar que la manipulación forma parte de un plan, de lavado cerebral, orquestado por el régimen, desde su llegada con la cobertura mediocre y pobre que hizo del deslave de Vargas. Luego, el once de abril acentuó el clima que actualmente se vive, de forma irrespirable, en un sistema de medios oficialistas que censura, encadena, condena, pulveriza la libertad de expresión, paga por un periodismo adicto, pone precio a la cabeza de los opositores, premia y condecora a los principales torquemadas de la inquisición nacional. Así que básicamente tenemos más dos décadas, siendo víctimas de un espectáculo artificial. No olvidemos el cierre de canales, emisoras y la reclusión de infociudadanos por solo grabar imágenes con un dron o publicar un tuit. Es un ecosistema de puro terror social, de difusión de la doctrina del shock, del golpe de estado perpetuo contra el derecho de informarse con independencia.
2) La normalización de la pantalla.
La única buena noticia es que hayamos sobrevivido para contarla. Pero la verdad es que dos generaciones enteras sufrieron las inclemencias de la estrategia militar que domina a la producción mediática del país, con puño de hierro, con la influencia de redes cubanas, francesas, españolas, chinas, iraníes y ahora rusas. Narrar la historia de la contaminación informativa que proveé el Ministerio rojo de la mentira, daría pie a una novela de espías. Recordar que antes, cuando había dinero para repartir, hasta estrellas de Hollywood desfilaron por el Teresa Carreño y la Villa del Cine, para robarnos plata, como Danny Glover, a costillas de la chequera que caminaba por américa, comprando conciencias del progresismo hipócrita del primer mundo. Nos procedieron a conquistar con espejitos rotos de fantasías de película, prometiéndonos un Hollywood venezolano que no fue. De aquella colonización, solo quedaron deudas y bancarrotas. Hoy a falta de Oliver Stone y Sean Peen, nos buscan dormir y apaciguar con visitas tardías de cantantes quemados, o en el peor de los casos, con espejismos de reporteros internacionales que publicitan las bondades del turismo endógeno, como influencers pagados, como enjambres de boots en Twitter, al servicio de tendencias y matrices sospechosas.
3) Qué fue lo que cambió?
Sin duda, cambió el diseño del laboratorio, de la fábrica de la venta de humo. El populismo de Maduro ha invertido con fuerza en el sector inmobiliario y de infraestructura, para recoger fondos del turismo nacional e internacional. De ahí la ansiedad y la euforia con que se construyen los elefantes blancos que visitaremos en el futuro, cual ruinas de una burbuja que estalló. Porque no es viable, sin democracia y apertura.
4) El lavado de cara permanente.
Pero fíjense que el régimen está huérfano de voceros, a tal punto que se ha quedado estancado en el tiempo, sin posibilidad de “modernizar” a sus cuadros, a sus “mentados jóvenes” de la revolución comunicacional, a unos chicos de Zurda Konducta que pasaron de moda y que pertenecen a una burocracia inflexible con olor a dinosaurio. Así que en vista que nadie quiere posar y sacar el pecho por ellos, delante de las cámaras, y a que tampoco desean incorporar a una generación de relevo que los exponga y problematice, pues han apelado a la compra de Avatares, para que hagan la chamba de “refrescar” la pantalla, con unos talentos que no existen, sino en el multiverso de la locura de los datos hackeados.
5) El fin de la mascarada demagógica.
Después de todo, caen por inocentes los más vulnerables, los pobres y desesperados que se abren tarde el Tik Tok, para conectar con algo que huela a país, con algo que se parezca a nosotros. El grave inconveniente es que Tik Tok pertenece a la red de propaganda del mal, con lo cual glorifica las mentiras que benefician a sus socios políticos. Los avatares no funcionan conmigo, tampoco con usted que leé artículos, o con mis colegas que estudiaron. La inteligencia artificial ahora mantiene distraídos a cientos y miles, que compran el filtro de una Venezuela Instagram, 24 por 7. Un Mundo Feliz que se consiguió por arte de magia, porque ahora tenemos a Tomorrowland en la Carlota, y se acabaron las penurias de la gente. Yo te aviso.
Este embeleco, esta mascarada se cae a pedazos.
No permitamos que se perpetúe como efecto especial, como pote de humo.