Joaquín Ortega.
Mucho se hablado de los Evangelios Apócrifos; esto es, una serie de textos no oficiales no asimilados por la iglesia católica, objetados entre concilios, casi que marcados por un intenso olor a azufre y salpicados por manchas de alquitrán. Pero, igualmente esos mismos evangelios apócrifos siguen generando ruido en la narrativa oficial de iglesias ortodoxas o en las escisiones producto de la Reforma Protestante.
En estos días cuando se busca darle un sentido más racional a la fe, la mayoría de investigadores religiosos (o laicos) buscan nuevas versiones que llenen esos espacios que el tiempo y las especulaciones han tomado para sí. En ese ínterin se han intentado recopilar algunas de las teorías más interesantes que conectan magia, control del cuerpo, dobles y conspiraciones reales.
Los 12 años perdidos
Supuestamente existe un vacío biográfico entre (más o menos) los 12 y los 24 años de Jesús, el hombre real, natural de Galilea y miembro de la línea de los nazarenos. En esa época se dice que se dedicó a estudiar a profundidad las tradiciones helénicas, herméticas, egipcias y orientalistas en el cruce del hinduismo, el budismo y el Tao. A su regreso a Jerusalén su ministerio va tomando forma… y su fuerza como predicador milagroso trasciende cualquier explicación terrenal.
Las fuentes históricas romanas como Flavio Josefo, Tácito o Mara-Bar Serapión se aceptan como prueba de la existencia, castigo y muerte de un judío sabio que responde a las mismas características (estructuralmente compartidas) de la narrativa de los cuatro evangelios oficiales (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).
Frente a éstas versiones con potencialidad de engranaje se invoca un argumento demoledor: el culto al dios Atis, una representación romana con un ciclo de vida y con picos de episodios muy parecidos tanto al Jesús bíblico como al de otros dioses solares previos, regidos todos por el contrapunto entre sol y la luna. Allí, entre solsticios, horóscopos, profecías y primavera generan un maridaje perfecto de acciones terrenas y motivos celestes.
La teoría del desmayo
Dando por sentado que Jesús existió comienzan entonces las versiones sobre cómo muere (de haber muerto). De haber muerto…¿roban su cuerpo? Si no muere…
¿resucita o no resucita?…¿tenía un doble o eran unos trillizos?. En redes abundan copias de éstas teorías agrupadas bajo el término “Swoon”, es decir presunciones que exponen que lo que sufrió el cuerpo de Jesús fue un desmayo.
Incluso, más allá de un desvanecimiento se trataba de una capacidad aprendida típica de los yoguis de la India: disminuir los latidos del corazón hasta parecer muertos y luego reactivar sus signos vitales como por arte de magia. Hasta el día de hoy también se habla de una posible sustitución de cuerpos. Dicha teoría ha inspirado a un gentío a escribir libros, libretos y filmar películas para el cine y la televisión. Sin ser demasiado fanático nos damos cuenta que en especial los documentales se repiten en forma y trama casi hasta el infinito.
Las conspiraciones reales
Sin duda Jesús era una piedra en el zapato para los poderes establecidos: incomodaba al Sanedrín, a las sectas más violentas hebreas como los zelotes, a un sector de la Roma burocrática, al sector israelita colaboracionista. En fin, Judas pudo haber sido el instrumento de una componenda política de judíos, romanos, comerciantes del templo y sectas diversas que no querían ni competencia en estilos fuertes o débiles. Como lo ha demostrado la historia el amor y la paz no son un buen negocio… a menos que la oferta sea engañosa y el contenido sea totalmente distinto a lo que dice la etiqueta fuera del envase.
@ortegabrothers