Chacao ha dejado de ser la tacita de plata, la capital de sifrizuela, el Soho de la cultura aspiracional del país, para devenir en sucursal de la ocupación rusa de Venezuela, con sus alcabalas y matracas en cada esquina, sus relaciones carnales con Foscupa, su depredación ecológica de áreas verdes en beneficio de los negocios de la rosca del municipio, su tala indiscriminada de árboles, sus conflictos de interés a la hora de realizar eventos culturales(porque la familia administra el tema como Conuco), su discrecional forma de cambiar espacios urbanos por fuentes de explotación comercial.
Un protectorado al servicio de la boliburguesía.
Sumemos ahora, a la guinda de la distopía, las recientes denuncias por entrega de jóvenes al Sebin y la Policía del Estado, nada más por protestar y expresar su descontento ante la dictadura.
Una Chacao en retroceso y rumbo a ser una versión posmoderna de los conservadores feudos de los Gómez y los Pérez Jiménez, donde detienen primero y averiguan después.
El colmo ha sido la desafortunada política de comunicación de hechos, sobre las desapariciones de los chicos que quisieron rendir homenaje por el asesinato de Neomar Lander, hace cinco años.
Carece de cualquier sentido y justificación. Pero el Alcalde ha insistido en limpiarse las manos, con un lenguaje confuso de burócrata, en lugar de pedir disculpas.
Al menos se ha ofrecido para prestar ayuda, exigiendo la inmediata liberación de los chamos presos. Pero ya es demasiado tarde.
Por menos, veríamos una dimisión, una renuncia o moción de censura en cualquier país serio con sentido democrático.
De modo que las malas noticias se acumulan y agolpan en Chacao, como ejemplo de su regresión, de que Venezuela está lejos de arreglarse.
¿Para dónde va Chacao, frivolizada y convertida en una versión gentrificada del chavismo, tal como la mezcla del fascismo del régimen con la estética de clase media de Fuerza Vecinal?
Capaz estamos ante un experimento de colaboración y cohabitación, que garantiza una falsa oposición que en vez de proteger a los ciudadanos vulnerables del municipio, pues los entrega a un estado acusado por violación de los derechos humanos.
Una Chacao populista que da miedo por su incierto devenir. Pero que se tendrá que adecentar y encarrilar por el bien, por el futuro de la nación.