Por Jackeline Da Rocha.
Clarke es reconocido en los círculos de la obra sci-fi casi irrevocablemente como el autor de la novela en la que se basó Kubrick para el film 2001: Odisea en el Espacio. Un prolífico escritor y estudiante de las ciencias, fue también notoriamente exitoso en “predecir” muchas de las formas en las que la tecnología avanzaría en el futuro que hoy vivimos. Se le atribuyen dotes de visionario por ilustrar en su trabajo aparatos similares a lo que conoceríamos más adelante como satélites, las videollamadas y la Estación Espacial Internacional.
Mucho después de la publicación de 2001, Clarke tuvo un acercamiento más inmediato a las adivinanzas del futuro. En 1988 publicó Cradle (Cuna), una novela basada apenas unos 6 años en su destino, en 1994. En ella seguimos las andanzas de la periodista Carol Dawson en su búsqueda por revelar un secreto de la Marina de los Estados Unidos. Un misil perdido durante una ronda de pruebas crea caos en la base militar que no encuentra explicación para el suceso. La periodista, sin embargo, encuentra mucho más de lo que buscaba cuando, con la ayuda de un par de buzos profesionales y conocedores de la zona, se topan con un extraño artefacto sumergido en un escondite. Encuentran también tres ballenas que lo miran con curiosidad y que fueron la alerta para distintos medios de que algo había fuera de lugar en el fondo del mar.
Varias expediciones de buzos se interesan por el trabajo de la periodista y el valor de los objetos encontrados. La hostigan para que confiese su investigación pero no deja salir la verdad puesto que los otros buzos son buscadores de tesoros profesionales y han robado personalmente a Williams y Troy, los buzos que ella contrató y con quienes compaginó por distintas experiencias personales. La más importante de ellas una abducción alienígena.
En una de sus sumergidas, Dawson y Troy navegan un túnel artificial en el fondo del mar que los lleva a una cabina blanca. Dentro de ella surgieron ruidos, cámaras, instrumentos musicales y -de repente- una criatura desconocida que parecía una alfombra entretejida de chips y cables. El ser extraño los persigue hasta capturarlos y dormirlos.
Los secuestrados son liberados al día siguiente con el conocimiento de que el ser está varado en la Tierra porque su nave falló y necesitan kilos y kilos de oro para repararla. El final tal vez mejor lo guardo por si alguien toma la iniciativa de leerlo, pero en este caso no es una obra que recomiende. Las tangentes de los rituales de apareamiento de serpientes y la incesante pedofila del coronel de la marina parecieran rellenar un libro que, de otra forma, tendría un paso constante de suspenso y acción.
Queda de más decir que, si contasemos como predicciones todas las obras de Clarke, ninguna de esta novela ha surgido ante la raza humana. Al menos no hasta ahora.