Los ovnis han colonizado nuestro inconsciente colectivo, sobre todo por el cine, el amarillismo más pedestre, los documentales fake y las teorías paranoides de conspiración, surgidas al calor de la guerra fría, cuando el fenómeno estalla y tiene un pico dramático, a raíz de las tensiones entre los dos bloques.
Durante el fin de semana, la novela radiofónica de los marcianos al ataque, ha regresado como “War of The Worlds”, producto del avistamiento y el derribo de una serie de globos chinos, que pertenecen a un último programa de espionaje comunista, sobre territorio norteamericano y de LATAM.
Nos vigilan desde hace tiempo con sus ojos de Big Brothers. Ahora escalan su estrategia de un 1984 planetario.
Las redes sociales han hecho el resto, sobre todo Twitter, para posicionar algunas de las ideas más delirantes al respecto, a través de supuestos hilos de expertos en UFOS, ALFS, ETES, señales, lenguajes encriptados, platillos y áreas prohibidas como la famosa 51, ubicada en la misteriosa Nevada.
Por supuesto, que la gran conjura, de la que somos víctimas, es la de una big data que instrumenta dichas ficciones y bulos, con el exclusivo fin de rentabilizar el mercado de nuestra atención.
Vulgar negocio o rueda que hay que alimentar.
A tal efecto, cualquier video aficionado, cualquier interpretación sesgada y exagerada, le viene bien al algoritmo, tapando otros problemas peores, sin solución inmediata, como el evidente estancamiento de la invasión de Ucrania, el cruento terremoto de Turquía, o la crisis de protestas que amenazan con quitarle el sueño a los dictadores de los países del Asia.
China en su control informativo, lanza un nuevo pote de humo, a escala global, en uno de sus experimentos de distracción y manipulación de la agenda, cuyo objetivo parece apoyar a regímenes aliados como el de Rusia y el de Turquía, el primero en su afán de conquistar Europa y el segundo en su fiasco de corrupción urbana, develado por la construcción de edificios truchos que cayeron como fichas de dominó durante el terremoto.
Situaciones así, lo sabe la dictadura China, han despertado olas de indignación en el pasado, proclives a generar manifestaciones como Tsunamis en la región. Por menos, estallaron las primaveras árabes y los movimientos de sedición en Hong Kong.
Por su lado, a Elon Munsk conviene instalar la tendencia de los ovnis, porque enfrenta no pocos dolores de cabeza, tras despedir a miles de trabajadores de Twitter, creando una cascada de desempleo que se replicó en toda la Big Tech.
En la última “cold war”, Biden y el presidente de Canadá se apuntan al juego de la totalidad como complot, pues les permite ganar tiempo en un año de recesión, más paro, inflación y turbulencia en la bolsa de valores, posando de héroes y salvadores delante de las cámaras.
Los estudios de OVNIS, hasta la fecha, no arrojan resultados contundentes, que la ciencia pueda validar y publicar documentadamente, más allá de tesis, narraciones literarias y presunciones de “no estar solos” en el universo.
Cada quien será libre de opinar e interpretar, incluso de imaginar su propio guion de película apocalíptica de fin de mundo.
Llamen a Spielberg o a Tim Burton para que les produzcan su serie de Netflix.
Pero la verdad es que la gobernanza internacional, con sus estados policiales y sus democracias al borde del colapso, nos han traído hasta acá.
Los aliens no tienen la culpa y solo existen en las comiquitas como los Simpson, en cintas como Arrival.
Me quedo con Spilberg 🙂 Pero si causa curiosidad que justo cuando sucede el desastre del tren con los químicos comienzan a salir tantas noticias sobre ovnis.