Por Jackeline Da Rocha.
Ciencia ficción pura en todas sus formas: una serie basada en una película de Bong Joon-ho, adaptada de una novela gráfica de 1982. En Snowpiercer los últimos humanos de la Tierra sobreviven dentro de un tren en movimiento perpetuo. La experimentación nuclear llevó al planeta a una nueva era de hielo en la cual la humanidad se vio obligada a resistir. Aquellos con millones pudieron comprar su supervivencia a bordo del tren que da la vuelta al mundo cada tres meses, con todas las amenidades de un palacio.
Los que no pudieron pagar por su puesto se colearon. Hacinados en los vagones del fondo, los “tailies” no tienen acceso a comida fresca, agua ni calefacción. Digna de un estudio antropológico, la dinámica de clases en el vehículo no tarda en manifestarse en forma de rebeliones y penas de muerte por distintos tipos de congelación. Uno de los rezagados es convocado a salir de su encierro para investigar un asesinato, por su experiencia como policía en el “viejo mundo”. La más importante conclusión de su actividad fue que los recursos del tren no estaban justamente repartidos. La población laboral toma el lado de los parias hasta que el liderazgo del tren es derrocado.
Sin capítulos de relleno, las tres temporadas de la serie de Netflix están llenas de vida y muerte, separaciones de familias y familias nuevas, amor obligado y auto descubrimiento en un entorno adverso, parece indicativo de que los seres humanos no pueden escapar de su propia humanidad. El fervor que mantienen los ingenieros y el equipo de hospitalidad es solamente comparable con las religiones más estrictas. La estructura del tren, por otro lado, es detalladamente imaginativo: carros de acuario para mantener la vida animal, un sector de agricultura, conversión de abono en energía, un carro entero para diversión nocturna…
Cerca del final, la población del tren hace uso de su democracia y libertad para decidir su futuro: la mitad del tren seguiría el camino principal sin intención de detenerse, mientras la otra mitad tomaría un camino alterno que sus experimentos indicaron que estaba recuperando temperaturas habitables. 500 carros hacia una vida y 500 hacia otra. Cada líder responsable de cientos de vidas y, de una forma, del futuro de la raza en este planeta.
Desafortunadamente, la serie fue cancelada al final de su tercera temporada, justo después de que cada nuevo tren encontrara lo que buscaba. De la serie deducimos que la era de hielo fabricada por el capitalismo durará menos de una década. De Netflix deducimos que no tienen claro cuáles series son las que deben durar.